Rafael Hernández Marín
(Parte de la información reseñada la obtuvimos
de la lectura del libro “Cien Años de Bolero
Rafael Hernández nació en la ciudad de Aguadilla, Puerto Rico, el 24 de octubre de 1896. De humilde cuna, definió su vocación por la música desde muy pequeño. Su primer maestro de música lo fue Don José (Pepe) Ruellán Lequerica, quien le enseñó a tocar el trombón. Luego aprendió también a tocar el violín, la trompeta, el bajo y la guitarra. Un circo que visitaba la Villa del Ojo, reclutó a Rafael como músico y esto proveyó la motivación necesaria para trasladarse a San Juan y allí pudo continuar sus estudios musicales con otros profesores, entre ellos Manuel Tizol, en cuya orquesta tocó el Trombón. También formó parte de la Banda Municipal de San Juan. En esta época compuso su primera canción, el vals“Mi Provisa”,que alcanzó a tener alguna popularidad. Contrario a la opinión popular en Aguadilla,“Mi Provisa”,no fue una de las novias de Rafael. El mismo surge de un acróstico hecho las letras iniciales de los nombres de las novias de los integrantes de la orquesta.
Como típico Boricua de la época, buscando progreso, se marchó para Nueva York. Allí lo sorprendió la primera guerra mundial y por motivo de su recién impuesta ciudadanía americana, debió presentarse a las filas del ejército, siendo asignado a la Banda de Música como trombonista. Estuvo en Francia y Alemania y al concluir la guerra, regresó a Estados Unidos, donde se unió durante algún tiempo a una banda de un estado del sur pero los problemas multiplicados del racismo sureño norteamericano le hace regresar a Nueva York, siguiendo después a Cuba, en donde dirigió durante 5 años la orquesta del Teatro Fausto.
En 1925 presentó una de sus primeras composiciones“Capullito de alelí”en el Día de la Canción Cubana, con la que obtuvo una distinción honorífica.
En 1927, junto al dominicano Antonio Mesa como primera voz, y su compatriota Salvador Ithier como segunda voz y primera guitarra, formó el 3 BORINQUEN. En esta época realiza frecuentes viajes a Puerto Rico, a Cuba y a Republica Dominicana, en donde le cambiaba el nombre al 3 por el de QUISQUEYA.
En 1929, compuso en Nueva York, una de las canciones que lo haría famoso:“Lamento Borincano“, que fue interpretada por el Dr. Alfonso Ortiz Tirado y que llego a convertirse en himno extraoficial de Puerto Rico.
Al inicio de los años 30's, organizó el GRUPO VICTORIA, utilizando el nombre de su hermana. Lo integraron Mengol Díaz, Rafael Rodríguez y Armando Carmona como primera voz. Cuando el grupo iba a hacer grabaciones se reforzaba con Monsanto, Chemín, Paco Tizol, Maño Hernández y el hijo mayor de Rafael. En 1934 se retiró Armando Carmona y fue reemplazado con Pedro Ortiz Dávila (Davilita) quien cantaba con la orquesta de Alberto Socarras.
El grupo se desintegra cuando Rafael Hernández viaja a México. Al regresar a Nueva York vuelve a organizar el CUARTETO VICTORIA con Rafael Rodríguez, Paquito López y Davilita y viajaron a Puerto Rico bajo el auspicio de la Sal de Uvas Picot. Regresa luego a México en donde fijó su residencia. Contrajo matrimonio con la mexicana María Pérez y hubo 4 hijos en el matrimonio, tres nacieron en México y uno en Puerto Rico. En México ingresó al Conservatorio Nacional en donde perfeccionó sus conocimientos con los profesores Julián Carrillo y Juan León Mariscal.
Una buena parte de su producción musical la compuso en México. De este periodo son“Preciosa", “Campanitas de cristal”, “Perfume de gardenia”y“Tabú“.
Rafael Hernández registra sus primeras canciones México en 1934. Ya Rafael era un famoso compositor que residía en Nueva York y buscando mejores horizontes había llegado a México contratado por los Laboratorios Picot, radicándose allí por el año 1935. Su fama y sus canciones le habían precedido. Su“Capullito de alelí”y“Lamento Borincano”habían llegado primero y le habían abierto camino.
Residió en México por espacio de 12 años en los que compuso una gran parte de su hermosa producción musical. Querido, respetado y admirado, encontró un medio ambiente propicio que le permitió seguir adelante en su labor de composición.
Algunas composiciones realizadas en años anteriores a su arribo a México, fueron registradas en sus años de residencia allí. Ejemplos de esto lo es“Capullito de alelí”que aparece registrada en el año 1936 con“Perfume de gardenias”en México aunque habían sido compuestas en Nueva York.
En 1937 compone“Desvelos de amor”, “Muchos besos”, “Ya no te quiero”y“Gondolero”.En 1938“¡Qué te importa!”; “Tú no comprendes”en 1939; la rumba“Los hijos de Buda”en 1940. En 1941 registró“Corazón no llores”, “Inconsolable”y“Lo siento por ti”. De 1942 es“Canción del alma”.En 1943 registró“Canción del dolor”y“Ya lo verás”,ambas con letra de Bernardo San Cristóbal,“Noche y día”, Yo contigo me voy”y la conga“El Cumbanchero chero”.
En 1944 registró“Amigo”, “Desesperación”y“Pecado mortal”. De 1946 es“Amor ciego”, “Nada es verdad”y Verdad que tu me quieres?”. En 1947, que fue el último año que vivió en México, registró “Canta, canta”. Luego aparecen registradas otras canciones, que posiblemente las hizo inscribir por correo. En 1948, “Engáñame” y “No debo perdonarte”. En 1949, “Canción de tus recuerdos”. En 1950, “No me quieras tanto”, y en 1954, “Ayer me habló el corazón”. Esta fue la última canción que registró en México
En 1939 regresa Rafael a Nueva York y reorganiza otra vez el Cuarteto Victoria. En esta ocasión con Rafael Rodríguez, Pepito Arvelo y Davilita. Los acompañaba como vedette una desconocida en Puerto Rico: Myrta Silva. Davilita desarrolló problemas con su voz y fue reemplazado por Bobby Rodríguez (Bobby Capo).
Con el patrocinio de Don Ernesto Ramos Antonini, Presidente de la Cámara de Puerto Rico, en 1947 Rafael Hernández regresa a Puerto Rico y organizó una orquesta sinfónica para interpretar música ligera y semi-clásica. El gobierno, en crisis económica le retiró la ayuda y la orquesta tuvo que disolverse.
Durante la administración de Don Luis Muñoz Marín, Rafael fue nombrado Director de la estación de radio WIPR, propiedad del gobierno, cargo que desempeñó hasta que su estado físico se lo permitió.
A través de sus canciones Rafael Hernández expresó abiertamente su inconformidad con la pobreza en que vivía el campesino de su patria. “Lamento Borincano” es un reclamo profundo, expresado poética y musicalmente con mucha belleza y con un gran sentido de triste realidad, cuando pregunta qué ha sido de su país, en donde “todo está desierto y el pueblo está muerto de necesidad”. Luis Muñoz Marín, Gobernador de Puerto Rico en esos años, le insistió a Rafael en que le cambiara la letra a la canción y le diera un giro distinto a la situación, lo cual no aceptó el compositor.
Pero sí lo hizo con “Preciosa “. Muñoz Marín también le pidió que le cambiara a la canción, la alusión que hace al colonialismo norteamericano. Las palabras “del tirano la negra maldad”. Y Rafael cambió la palabra “tirano” por “destino”. Lo cual le produjo enormes críticas de sus paisanos que lo llevaron a tener un gran arrepentimiento de su actitud, volviendo a restablecer la palabra “tirano” en la canción.
Rafael Hernández falleció el 11 de diciembre de 1965, a la edad de 69 años. Sus restos mortales fueron llevados al Capitolio Nacional, en donde recibió múltiples homenajes del Estado y de sus queridos paisanos. Sus funerales fueron la mayor manifestación de duelo que se recuerde en Puerto Rico.
La producción musical de Rafael Hernández se especula que sobrepasa las 2.000 composiciones. Los mejores intérpretes de la época dorada del bolero tuvieron en su repertorio canciones con las cuales triunfaron, en México, en las Antillas, en Colombia, Venezuela.
El duo Irizarry De Córdova, compuesto por la hermosa Aida Irizarry y el galán Adalberto De Córdova, ha sido el dúo más famoso y exitoso de Puerto Rico y quiza de toda Latinoamerica.
Miembro de una familia pobre (de unos quince hermanos) de la localidad cubana de Sagua la Grande, Antonio trabajó de niño en diversos oficios. Fueron sus padres un emigrante español, José Lugo Padrón, y una negra cubana, Leoncia Machín. Su abuela paterna era canaria.1 El artista recuerda haber sido feliz en su familia, que no era «ni muy rica ni muy pobre». Muy pronto se manifiesta su afición al canto. Alternaba su trabajo de joven albañil con el canto en la iglesia, en los teatros y tras la pantalla del cine mudo de su ciudad. Llega a unirse hasta tres veces con grupos de músicos ambulantes que pasan por su ciudad camino de La Habana. En 1911, el párroco de Sagua le pone a cantar en su altar mayor. En cierta ocasión, con motivo de una fiesta benéfica, interpreta el Ave María de Schubert subido a una silla: se gana el aplauso de toda la población. Al cumplir veinte años manifiesta su deseo de estudiar bel canto y ópera, pero comprende que, dado su color, su repertorio quedaría reducido a Otelo. Mientras su mama le inculcaba el amor al canto, el padre veía su actividad como propia de individuos de vida irregular y rayana en lo inmoral.
No sin dificultades llega a La Habana en 1926, donde se inicia como solista en los cafetines acompañado del guitarrista Manuel Zaballa. La reputación del dúo llega a oídos de la burguesía habanera, que ya no duda en contratarlos. Por azar del destino llega a cantar a una emisora en la que coincide Don Azpiazu, quien lo contrata como segundo cantante de su orquesta. Sería, pues, el primer cantante negro que actuara en el Casino Nacional de La Habana, lugar de la burguesía más racista y excluyente, ya como todo un profesional. Sin dejar a Aspiazu, funda un sexteto que hace sus primeras grabaciones en 1929 y a partir de los medios de la época, es decir, las victrolas de cuerda y la radio que empezaba a desarrollarse. El éxito fue inmediato con Aquellos ojos verdes, al que siguió El manisero. En 1930 deja Cuba (adonde no volvería hasta 1958). En abril de 1930 llega a Nueva York, integrando la orquesta de Don Azpiazu. Estuvo cuatro años en la gran metrópoli, formando parte de otras muchas agrupaciones (José Escarpenter y su Orquesta, Orquesta Antillana de Rafael Hernández, Julio Roque y su Orquesta, Armando Valdespí y su Orquesta, además de las dirigidas por él mismo: la Orquesta Machín y el Cuarteto Machín)
Leandro “Gato” Barbieri (Rosario, Argentina; 28 de noviembre de 1932), es un saxofonista de jazz argentino.
Representante destacado del jazz latino, participó en su juventud en la banda de otro destacado jazzista argentino, Lalo Schifrin. Ha abordado también en su carrera el jazz de vanguardia, sobre todo en la década de 1960, y el pop y la fusión a finales dela década de 1970.
Ha sido influenciado por John Coltrane, Pharoah Sanders y Carlos Santana. Su música tiene frecuentemente un tono desgarrado, a base de notas largas y con un volumen elevado.
A los doce años aprende a tocar el clarinete tras sentirse impresionado por la escucha de "Now's the Time" de Charlie Parker. Se traslada con su familia a Buenos Aires en 1947 y continua recibiendo lecciones de música, cambiándose al saxo alto; hacia 1953 se convierte en una celebridad musical gracias a sus actuaciones en la orquesta de Lalo Schifrin. A finales de la década, comenzó a dirigir sus propios grupos, tocando ya el saxo tenor. Se traslada a Roma en 1962 y conoce en París a Don Cherry, uniéndose a su grupo y empapándose del jazz de vanguardia. Tocó también con Mike Mantler's Jazz Composers' Orchestra a finales de la década de 1960.
Ya en la década de 1970, experimenta un cambio musical y se decide por la reincorporación en su música de melodías, instrumentos, armonías, texturas y ritmos sudamericanos, con dos excelentes músicos, Domingo Cura y Adalberto Cevasco. Discos como el directo El Pampero on Flying Dutchman y sus obras para Impulse, con exploraciones de ritmos y texturas brasileñas, afrocubanas y argentinas, le proporcionaron un gran prestigio en el mundo del jazz.
Fue, no obstante, un éxito comercial el que lo llevaría a sus cotas más altas de popularidad: su sensual banda sonora para la película de Bernardo Bertolucci El último tango en París, de 1972. Un contrato con A&M en los Estados Unidos le llevó a realizar discos de fusión entre jazz y el pop a finales de la década de 1970. Se centró luego, a principios de la década de 1980, en un sonido suramericano más intenso e influenciado por el rock, aunque sus oscilaciones estilísticas son constantes en su carrera.
Aquejado de serios problemas al corazón y afectado por la muerte de su mujer, Barbieri estuvo inactivo prácticamente a lo largo de toda la década de 1990, pero regresó en 1997, tocando intensamente en el Playboy Jazz Festival de Los Ángeles, grabando a partir de entonces varios discos.
Una amistad de colegio y un intenso amor por la música dieron lugar a la génesis de una de las agrupaciones más importantes del folklore nacional, Savia Andina, que hoy cumple 37 años .
“La verdad es que no esperábamos tener éxito, teniendo en cuenta que, antes, habíamos conformado otros grupos que no duraron mucho. Incluso ¡creamos una banda electrónica!”. Óscar Castro, percusionista y uno de los fundadores de Savia Andina, recuerda los “oscuros” inicios de la agrupación con una carcajada.
Ahora, más de tres décadas después, Savia Andina es uno de los mayores exponentes de la música folklórica de Bolivia. A lo largo de su carrera, el grupo potosino ha lanzado 50 discos y actuó en teatros de todo el planeta.
El grupo musical boliviano Savia Andina es el resultado de la unión de tres amigos de colegio: Gerardo Arias, Eddy Navia y Óscar Castro, que comenzaron a componer música rock, formando en 1964 el grupo “Los Rebeldes”.
Tras dos años, Arias y Navia marchan a Argentina a cursar estudios superiores, allí forman el dúo Arias – Navia y grabaron tres discos en los años 70. El 15 de julio de 1975 se invitó al dúo a una gira por Brasil junto a un ballet de música boliviana, a este evento se llamó también a Óscar Castro y Alcídes Mejía, constituyendo así el cuarteto original de Savia Andina.
La savia es el líquido vital de los vegetales que contiene los nutrientes necesarios que alimentan la planta, es la sangre de los vegetales, su esencia. El grupo adoptó así el nombre de Savia Andina, es decir, la música que recoge la esencia misma de los Andes, las canciones del grupo se nutren de esa savia, creando así piezas con un profundo sabor a los pueblos perdidos y altos cerros andinos, mimando con cada instrumento las melodías rurales y tradicionales de Bolivia.